Escrito por: Dra. Mayra Nogales, psiquiatra
Todos hemos escuchado la palabra carácter. Es posible que incluso hayamos sido juzgados por nuestro buen o mal carácter. En realidad, este término hace referencia al hecho de que desarrollamos una personalidad que nos define.
El carácter es la estructura o patrón a través del cual funcionamos. Describe no solo nuestros pensamientos sino nuestra conducta y emociones.
Claudio Naranjo fue un reconocido psiquiatra, terapéutica, escritor y conferencista de renombre internacional que dedicó su vida al estudio de los diferentes caracteres. Desarrolló su teoría a partir del estudio de una antigua tradición sufí: El Eneagrama.
El Eneagrama es un detallado mapa con el que guiarnos en la observación y apreciación de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los otros. Esta milenaria herramienta desarrollada para occidente por Claudio Naranjo amplía el campo de visión y se tiende a comprender el propio comportamiento y el de quienes nos rodean. Por esto, resulta una herramienta poderosa para la facilitación de las relaciones humanas.
La teoría del Eneagrama explica que alrededor de los 6 o 7 años tuvimos que generar una estructura protectora, una especie de coraza comportamental que nos permitió relacionarnos con el mundo; muchas veces hostil en la infancia. Esta coraza es una especie de máscara a través de la cual nos mostramos y relacionamos con nuestro entorno. Pero al mismo tiempo hace que nos olvidemos de nuestra esencia. De nuestro auténtico yo. De ahí que mucha gente tenga una sensación de vacío. De sentirse incompleto y por lo tanto infelices.
El trabajo terapéutico a través del Eneagrama nos invita a reconocer nuestra máscara para poder hacernos cargo de ella y desconfigurarla. La terapia pretende volver a nuestro ser espontaneo, pleno y verdadero.
El Eneagrama plantea que existen 9 tipos de personalidades: 3 son mentales, 3 son instintivas y 3 son emocionales. Se denominan Eneatipos y se describen por un número y un nombre que explica su estructura.
Son ejemplos los siguientes: El Eneatipo I se denomina ira. El Eneatipo I contiene la ira y la transforma en perfeccionismo. Al ser instintivo éste eneatipo siente que de los impulsos naturales no hay que fiarse sino controlarlos, y que el deber es más importante que el placer. Realmente, tiende a considerar el placer como un valor negativo que interfiere en lo que hay que hacer. También las nociones que el individuo tiene de bondad y corrección son implícitamente autoritarias, ya que son extrínsecas a su experiencia. Es decir, es un corregidor autoritario. Un padre severo, un maestro castigador, un predicador moralista y condenador.
Un ejemplo de un carácter emocional es el Eneatipo II. Éste tiene la creencia implícita de que todo es permisible en nombre del amor. A la vez, para mantener esta perspectiva la persona ha llegado a creer que la emoción es más importante que el pensamiento, de modo que cuando ambos entran en conflicto no hay que hacer caso al pensamiento. Esto es coherente con su comportamiento, pues el individuo también cree que en esta vida hay que ser seductor, que es legítimo manipular dada la manera de ser de la gente. No sólo se siente orgullosamente especial, sino que siente que, por eso mismo, merece especial atención y privilegios. El nombre con que se denomina es Orgullo.
En los eneatipos mentales el eneatipo VI se denomina Miedo. Estas personas son evitativas. Su pensamiento gira alrededor de no ser capaz de arreglárselas con los recursos propios o el sentido contrafóbico de la autoridad como una salida, de la autoridad personal como seguridad. Mantienen un sentimiento de que hay que desconfiar de la gente y cuestionar las intuiciones y los deseos propios. Sobrevaloran la autoridad, aunque no necesariamente la perciben como buena: suele ser, de modo ambivalente, a la vez buena y mala.
El reconocernos a través del Eneagrama no tiene la intención de etiquetar a las personas a través de un número o nombre, sino el de comprender el patrón a través del cual funcionamos, insisto, para desconfigurarlo. Abre la mirada al entendimiento más compasivo de nosotros mismos y de los otros.
El trabajo de Claudio Naranjo ha permitido no solo desarrollar una nueva escuela humanista. La Gestalt Viva como la llamaba Claudio. A través del Eneagrama cientos de generaciones de terapeutas se formaron alrededor de todo el mundo y miles de personas en búsqueda de desarrollo personal han transformado sus vidas al asistir a los encuentros SAT (Seekers After Truth) que Claudio nos dejó como un legado de transformación y sanación de nuestro carácter.
Recordemos que habiendo sido niños desarrollamos un carácter, una especie de coraza, que nos permitió relacionarnos con el entorno. Un mecanismo para ser queridos y aceptados. Al llegar a la edad adulta es nuestra responsabilidad iniciar una búsqueda de nuestro auténtico SER. Una búsqueda que nos permita ser felices y recobrar la esencia. Dejar de interactuar desde el niño o niña que aprendió un patrón y querer ser auténticos.
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