Escrito por: Dr. José R. Molina, Neurólogo
Los parkinsonismos son un grupo de trastornos del movimiento en donde existen principalmente lentitud del movimiento; rigidez; temblor en reposo y alteración de reflejos posturales.
La enfermedad de Parkinson constituye hasta un 80% de los parkinsonismos; inicia generalmente entre la quinta y sexta década de la vida sin embargo no es infrecuente la aparición en individuos jóvenes y es casi 2 veces más común en varones.
La mayoría de los casos son esporádicos (no hereditarios); se cree que hay combinación de susceptibilidad genética y exposición a uno o más factores ambientales que desencadenan la enfermedad. Las mutaciones de genes que codifican proteínas alfa sinucleína; Parkina y DJ 1 que intervienen en el metabolismo intracelular y la adecuada función mitocondrial están implicados en formas de parkinsonismos familiares.
Los síntomas motores se deben a la degeneración de las neuronas productoras de dopamina en el cerebro; se hacen evidentes cuando se han destruido el 60% de neuronas dopaminérgicas; estos incluyen: lentitud para realizar movimientos, temblor de reposo asimétrico, movimientos finos alterados, disminución de la amplitud de movimiento, pérdida de expresión facial; cambios en la voz; alteración de la articulación de la palabras, babeo, disminución en el tamaño de la escritura, dificultad para levantarse de una posición sentada, rigidez, hombro doloroso, alteración de la marcha, postura encorvada, pérdida de reflejos posturales con tendencia a caídas, alteración del olfato, estreñimiento, trastornos del sueño, cambios cognitivos y del ánimo.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico; apoyado por estudios de neuroimagen y laboratorio, realizados principalmente para descartar causas de parkinsonismos secundarios. No hay una prueba de sangre ni líquido cefalorraquídeo que confirme el diagnóstico de enfermedad de Parkinson. Existen varias entidades neurológicas que deben ser consideradas en el diagnóstico diferencial por ello es imprescindible la consulta al especialista.
El tratamiento debe ser multidisciplinario e individualizado dependiendo de la etapa de la enfermedad (fármacos, terapia física, apoyo psicológico, terapia ocupacional, estimulación cognitiva) las estrategias han de centrarse en mantener las funciones motoras e independencia del paciente la mayor cantidad de tiempo posible. La estimulación cerebral profunda por electrodos implantados en sitios específicos de los ganglios basales son efectivos para controlar los síntomas en pacientes seleccionados; pero la Neurocirugía funcional no es curativa ni cambia la progresión de la enfermedad.
Por ser un trastorno neurodegenerativo los síntomas empeoran con el paso del tiempo; hasta la fecha no existe cura para el Parkinson; sin embargo, el enfoque multidisciplinario de la enfermedad mejora la capacidad funcional y calidad de vida de los pacientes con esta afección.