Escrito por: Dr. Robert Salinas, Neurólogo.
La depresión es un estado emocional y mental en el que la persona que lo experimenta tiene ánimo bajo en forma persistente y se acompaña de una pérdida de interés por las actividades placenteras de la vida, incluso por lo más cotidiano. Una persona en esta situación puede disminuir o perder el gusto por comer, trabajar o relacionarse con los demás. También existen trastornos del sueño como el insomnio o la somnolencia diurna. Los casos más graves se acompañan de deseos muerte o intentos de suicidio.
Otros síntomas son la ansiedad, irritabilidad, pérdida de energía, disminución del deseo sexual, dificultades para concentrase y pensamientos de culpa o autocrítica recurrentes.
Los trastornos depresivos son muy comunes y se encuentran dentro de las causas principales de discapacidad a nivel mundial. En las personas de entre 18 y 44 años, la depresión es la causa principal de discapacidad y muerte prematura. Se pronostica que, para el año 2020, la depresión será la segunda causa principal de discapacidad en personas de todas las edades. La prevalencia de depresión mayor es de entre el 5% y 10% de las personas que acuden a recibir atención primaria de salud.
Entre los factores de riesgo clave se incluyen la edad avanzada, el nacimiento reciente de un hijo, situaciones de estrés o traumáticas; enfermedades coexistentes (diabetes, cáncer, accidente cerebrovascular, infarto de miocardio y obesidad); antecedentes familiares o personales de depresión (haber tenido depresión antes); ciertos medicamentos (p. ej., corticosteroides) y ser de sexo femenino.
Aún no se comprende bien la etiología (causa) de la depresión. Los estudios plantean un modelo integral que tiene en cuenta las variables sociales y biológicas. Hay fuertes indicios de la existencia de un componente genético de la depresión, pero no se han identificado factores genéticos específicos.
La alteración de serotonina, dopamina y noradrenalina entre otros neurotransmisores juegan un papel principal en la aparición de la depresión.
La mayoría de las personas responde bien al tratamiento con antidepresivos, psicoterapia o una combinación de ambos. Los grupos de apoyo son beneficiosos para familiares y pacientes.
Si estás experimentando alguno de éstos síntomas lo ideal es acudir a un psiquiatra que pueda orientarte en el tratamiento más acertado de acuerdo a tus síntomas.